Los gases que componen mayoritariamente la atmósfera terrestre, a saber el oxígeno (21% en volumen) y el nitrógeno (78% en volumen), tienen muy poco efecto sobre el clima de nuestro planeta. Si ellos fuesen los únicos componentes gaseosos de nuestra atmósfera, la Tierra sería un lugar inhóspito, con una temperatura media global en superficie del orden de -18 ºC, con lo cual, no podría existir, entre otras cosas, el agua líquida.
Afortunadamente,
algunos gases minoritarios de la atmósfera, tales como el dióxido de carbono,
el óxido nitroso, el ozono de capas bajas, el metano, así como también el vapor
de agua, cambian completamente esta situación. Ellos tienen una importante
propiedad en común: permiten la penetración de la energía solar hacia la
superficie terrestre, pero "atrapan" selectivamente el flujo
ascendente de radiación infrarroja emitida por la Tierra. Parte de la energía
capturada es re-irradiada nuevamente hacia la superficie terrestre, generando
así una fuente adicional de energía que eleva la temperatura media superficial
del planeta a +15 ºC, esto es 33 ºC más que la que tendría si ellos no
existiesen en la atmósfera. A este efecto se lo denomina “efecto invernadero”
y, lejos de ser un problema, es indispensable para la vida.
Fuente: Servicio Meteorológico Nacional, 15 de febrero de 2005.
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